Voy a ser sincera: me va a costar ser objetiva con esta reseña porque este libro está escrito por una de mis personas favoritas del internet que es la NatiChuleta, quizá una de las dibujantes con la carrera más interesante en el último tiempo: la podemos ver con la saga de Lulú de June García y Cotineja, la vemos a través de sus propios libros e ilustraciones y además ¡canta! Y muy bien por cierto. Pero no vamos a hablar de su canción, al menos no hoy.
Sino hablar de su libro, Yo no fui (pero sí) Cosas que hice cuando chica, que basta abrirlo y sé que nuestro encuentro no era coincidencia: es un dibujo de ella vestida como Sailor Moon. El cosplay de mis sueños.
NatiChuleta es como ella misma lo dice una millenial, y a través de su Instagram a menudo me mandaba en un viaje en el tiempo a mi más tierna infancia con su sección de “cosas que hice cuando chica”. Una sección donde comentaba anécdotas a través de sus bellos trazos que van desde obsesionarse por una película (a todas nos pasa lo mismo) hasta ponerla en práctica en el recreo. ¿A quién no le ha pasado? A mí me pasó que cuando vi El Rey León durante un tiempo me obsesioné con tener los peluches de Simba y Nala y al dormir los ponía en una mesa alta porque ahí estaba la roca del rey. Su hogar de la película caray.
¿Por qué les cuento todo esto?
Porque al leer este libro (que me quedé con ganas de más) no pude evitar sonreír, reír a carcajadas y disfrutar cada segundo de mi lectura mientras que admiraba el trabajo de Nati. Porque es así de certero. También me pasó que por querer comer algo de mi color favorito (el rosado) terminé quizá cometiendo errores: CRASOS errores. Errores que podría comentar aquí pero, pero no es el punto de esta reseña.
Natichuleta a través de estas páginas nos invita a los millenial (aunque yo pienso que este libro fácilmente va a ser atemporal; porque las experiencias son bastante colectivas) a pasear por su infancia una vez más. Viajar a aquellos tiempos en que de la nada podíamos crear una conversación sumamente incómoda en medio de una cena de nuestros padres y que ellos después de la impresión (y porqué no decirlo, el bochorno…) solo atinaban a sonreír de manera sumamente incómoda y a decir algún comentario sobre la comida… son simplemente cosas que pasan. Y sino, siempre están nuestros estudiados planes de mirar hacia el horizonte y querer comenzar a nadar al otro lado de la playa porque así podríamos llegar fácilmente a China o Japón. Total era simplemente eso: nadar y con los flotadores de alitas el mundo estaba a nuestro alcance. De nuevo, ¿a quién no le ha pasado?
A medida que hacía mi viaje en este libro, fui por un vaso de leche con chocolate porque es la imagen que tengo yo de mi infancia. Llegar a la casa, tomar ese vaso de leche con chocolate y sentarme a poner la TV para ver Sailor Moon. Eso para mí era ese momento perfecto y leyendo esto esa sensación, ese sentimiento se amplificó hasta el infinito.
Así que no me queda más que agradecer a la pluma de NatiChuleta por este libro.
A medida que crecemos, vamos buscando nuevas lecturas que vayan desafiando nuestra experiencia como lector, que nos haga pensar, que nos de detalles sobre lo que puede pasar a futuro o cómo se vivía el amor en una postal del pasado. Pero son pocas veces en que la lectura nos hace de hecho tomar un pasaje en algo que siempre hemos querido construir: una máquina del tiempo y tener otra mirada sobre las cosas que hacíamos en otra época, que ahora vemos lejana, pero que se agradece el poder volver. Aquella chispa, aquella imaginación, esa curiosidad permanente que poseíamos en nuestra infancia es algo que vamos perdiendo, pero que nunca está demás rescatar… Además, las mejores cosas son las que se quedan contigo y puedes traspasar después a los que vienen después, porque el tipo de experiencias que NatiChuleta nos hace volver a tener nuestro corazón lleno de ese calorcito de antaño y pensar que todos aquellos sueños de infancia pueden volverse realidad.
Yo no fui (pero sí). Cosas que hice cuando chica llega a todas las librerías del país, cortesía de Editorial Planeta Chile.