Por Alexandra Gotschlich
Annemarie Schwarzenbach describe con lujo de detalle en Todos los caminos están abiertos uno de sus viajes junto a su amiga Ella Maillart por Asia Central en el año 1939. Pero este libro no solo nos habla sobre un viaje externo intrépido a lo desconocido, sino también un viaje interno de autoconocimiento para la autora.
Annemarie fue una periodista, fotógrafa y novelista suiza, que se dedicó especialmente a la narración de sus viajes. Conoció países como Estados Unidos, España, Rusia, Afganistán, Irán, entre otros. Sin embargo, a pesar de vivir constantes aventuras luchaba contra una adicción a la morfina. Fue internada varias veces en psiquiátricos para tener una rehabilitación. En este viaje en particular, donde recorrió los Balcanes, Turquía, Irán y Afganistán, buscaba encontrar su camino luego de haber salido de rehabilitación.

Este libro de paisajes narrados describe muy minuciosamente los lugares geográficos que visita, la cultura que se ve envuelta en las diferentes localidades y el contexto político en el que se encontraba cada país. La descripción abarca tantos ámbitos que cualquier persona se puede imaginar perfectamente cada lugar, cada sensación que ella tenía estando allí y cada sentimiento que le provocaban los diferentes sitios que conocía. Me gustó mucho poder conocer cómo funcionaba la cultura de Irán y Afganistán en esos años, que es muy diferente a la cultura occidental que vivimos actualmente.

El título Todos los caminos están abiertos hace referencia tanto a su viaje terrestre como a su viaje interior, de superar sus penas e inseguridades. «Vivir y viajar. Viajar y escribir. Escribir y vivir. Durante el viaje a Afganistán cada vez era más difícil precisar los límites entre una cosa y otra», es lo que se escribe en el prefacio del libro. El viajar y el sentir de Annemarie siempre estuvieron entremezclados, y personalmente creo que es imposible separarlos.
Hay un capítulo en especial, llamado Las Mujeres de Kabul, que fue definitivamente mi favorito y el que más me marcó de todos los textos. En este capítulo la autora nos cuenta desde su perspectiva cómo vivían las mujeres en Kabul y cómo se comportaban. Annemarie escribe: «Teníamos la sensación de estar en un país sin mujeres», y narra que las mujeres pasaban a escondidas por las calles ya que no se permitía interactuar comúnmente con ellas.
A su vez, Annemarie Schwarzenbach escribió sobre las mujeres en el texto En el jardín de las hermosas muchachas de Kaisar y explicó como era el trato hacia ellas por parte de su monarca. «Sabíamos que el joven rey Amanullah, a su regreso, de un viaje a Europa, se había lanzado a introducir reformas y había intentado seguir sobre todo el ejemplo de Turquía», escribió Schwarzenbach y agregó que el rey «actuó con demasiada precipitación . Lo que más se le reprochó fue la emancipación de la mujer. Durante algunas semanas, en Kabul, la capital cayó el chador; luego estalló la revolución, las mujeres volvieron al harem, regresaron a la estricta reclusión de la vida doméstica, y solo pudieron mostrarse en público cubiertas por un velo».
Si últimamente buscabas viajar, en especial en estos tiempos de pandemia, Todos los caminos están abiertos es un libro perfecto para ti. Los hermosos paisajes narrados , las diferentes visiones del mundo que capta la autora y sus emociones definitivamente hacen que sea un libro que vale la pena leer.