Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre del 2020 tuvo lugar nuestro club literario virtual «Fue una mujer» mediado por Mina Riffo, quien les escribe. El club constó de tres lecturas elegidas por una característica en particular: Ser escritos por una mujer que por diversas circunstancias firmó como anónimo o con un pseudónimo masculino. Las obras elegidas fueron Frankenstein de Mary Shelley, firmado como anónimo, Indiana de Amantine Dupin y Silas Marner de Mary Ann Evans, firmados como George Sand y George Eliot, respectivamente.
Durante las sesiones nos dedicamos no sólo a discutir los aspectos de las obras tales como los personajes, la trama o el estilo de escritura, sino que también se dio el espacio para compartir experiencias personales y conocernos de forma más íntima. La convivencia de vernos todos los jueves por tres meses creó un espacio de confianza en el cual compartimos nuestro amor por los libros y, además, analizamos las obras desde el feminismo y reivindicamos a cada autora al conocer su historia y lo que la había llevado a no firmar con su nombre, al decir fue una mujer la autora de este libro.
En mi experiencia personal, esta no era la primera vez en que participé de un club literario pues había participado en lecturas conjuntas vía WhatsApp. Pero sin embargo, ésta sí fue la primera vez en que dirigí un club de lectura. Al respecto puedo decir que fue una experiencia hermosa y de aprendizaje constante, tanto de la organización como de la convivencia con las participantes. Me encantó llegar cada semana a las sesiones para compartir mis percepciones con el resto de las integrantes del club, las cuales a veces se veían reafirmadas o incluso transformadas durante la conversación. Para mí fue un momento de lo más reivindicativo pues éramos mujeres leyendo mujeres y reclamando su autoría sobre estas obras.
Pero para que este espacio no sea sólo desde una perspectiva, a continuación les dejo con los comentarios de algunas participantes de estos ciclos de lectura:
C-T Jeldres dice que «leer es una acción solitaria, un mundo interno lleno de imaginación, pensamientos y sueños. No hay nada más enriquecedor que leer, o al menos, eso era lo que yo creía, el poder participar de este club literario me dejó entrever nuevos mundos. El compartir un espacio de lectura con otras mujeres era mágico, no se puede decir de otra forma, intercambiar ideas, cosmovisiones, abrir nuestro mundo y dejar entrar otros llenos de profundidad y reflexividad son cosas que siempre atesoraré.»
«Aprendí tanto que ni siquiera sé cómo partir escribiéndolo», añade. «Sin embargo, me llevo en el corazón la sublime sensación de debatir con personas que te entienden y que al mismo tiempo te hacen cuestionarte la vida misma, porque los libros tienen esa maravillosa característica de representar y trascendente, y los pensamientos de las mujeres con las que compartí fueron capaces de atravesar la corporalidad del hablar, dejando una marca profunda en mis sentimientos e ideales, porque no podemos olvidar el contexto en el que se desarrolló nuestro club “Fue una mujer” Cada jueves tuvimos el privilegio de honrar a autoras a las que se les negó su nombre, su identidad, pero estos son errores que no volveremos a cometer nunca.»
Por su parte, Catalina expresa que lo pasó bien desde principio a fin en el club literario. «No negaré que al comienzo estaba muy nerviosa, considerando que soy una persona muy tímida y por lo general me siento incómoda en situaciones sociales. Sin embargo, a la hora de participar en el club, dar mi opinión y hablar con un grupo que, al comienzo, eran mujeres desconocidas, no dudé, ya que el ambiente se sentía seguro, muy ameno, sabía que, si daba mi opinión respecto a algo, sería escuchada. Fue la primera vez que experimenté la lectura colectiva y es algo que sin duda volvería a hacer y que recomiendo. La moderación de Mina fue muy entretenida, logramos conformar un grupo donde prosperó la sororidad y logramos crear un espacio seguro para todas.»
Brenda Alvarado, otras de nuestras participantes, también comentó sobre su experiencia. «Este club me permitió ver la lectura desde otra perspectiva. Conocí a mujeres admirables con quienes tuve la maravillosa oportunidad de intercambiar opiniones, reflexiones y visiones, no solo de la lectura misma, sino de la vida. Leer en conjunto es una experiencia que todx lectorx debería vivir; gracias a ella podemos mirar una misma obra con distintos ojos. Junto con todos esos aspectos positivos de este club literario, es muy preciso destacar la temática del mismo: leer obras de autoras que publicaron como anónimo o con seudónimo masculino. Visibilizar sus trabajos es el primer paso para reconocerlas como grandes mujeres que hicieron tremendos aportes a la literatura», señaló y agregó que agradece «la oportunidad que nos dio Lee Mujeres de ser parte de esta experiencia, por el tiempo y el esfuerzo de nuestra guía, Mina Riffo, que supo conectarnos a cada una con la lectora crítica y reflexiva que llevamos todas en nuestro interior».
Mientras que Ana Moya-Beltrán nos comentó cómo llegó al ciclo de lectura. «Llegué al Club literario de Lee Mujeres por medio de su cuenta de Instagram. Me animé a participar por varias razones: me gusta leer, nunca había participado en un club literario, la temática era interesante y acorde con mis intereses personales y finalmente la cuarentena debido a la pandemia. La experiencia superó todas mis expectativas. Me encontré en un ambiente grato, amable y sororo. Nos reunimos una vez a la semana, para compartir los avances de nuestra lectura y dar opiniones al respecto. Como yo, no necesitas tener experiencia o estudios en literatura. No necesitas ser una erudita lectora de libros, ni comprender distintas figuras literarias. Mina, quien fue nuestra guía nos conducía de una forma magistral, amena y muy cercana. Permitiendo así una conexión entre todas las participantes.»
Ana Moya-Beltrán también añadió lo siguiente: «El club, comprendía tres lecturas en tres meses. Mi participación no estuvo exenta de complicaciones. Debido a compromisos personales no pude participar en todas las lecturas y por ende en las reuniones. Después de dejar el primer libro a la mitad, me integré nuevamente a la lectura del libro final. La complicidad con mis compañeras no se había perdido y me encontraba nuevamente en un espacio muy grato para mí. La experiencia me dejó muy feliz, conocí hermosas mujeres con las que podíamos compartir situaciones y opiniones. Sólo quiero dar las gracias por permitirme ser parte del club y a ustedes: Mina, Brenda, Cata y Cocó por entregarme tiempo de sus vidas».
Después de esta serie de opiniones, quiero recalcar la importancia de compartir la lectura y comentar sobre las historias que comenzamos a conocer. Aquellas historias que amamos, o aquellas que comenzamos a descubrir. Nunca está demás unirse a un club de lectura o crear uno con otras mujeres; sobre todo con tus amigas o amantes de la literatura en general.