El bosque de los pigmeos de Isabel Allende

El bosque de los pigmeos de Isabel Allende

Alexander Cold y Nadia Santos, los protagonistas de la serie Las Memorias del Águila y el Jaguar de Isabel Allende, regresan en una nueva y final aventura. Ambos se conocieron en un viaje en el Amazonas, se reencontraron en los Himalayas y deberán sellar su particular relación en el África Ecuatorial en El bosque de los pigmeos.

En este último libro de la trilogía, Allende nos cuenta que Nadia, Alex, su abuela Kate y el resto de la compañía de International Geographic están en un paseo por un safari en elefante cuando una sacerdotisa vudú les previene de un trágico final que los involucra junto a Angie, la propietaria de una avioneta, los guías del viaje y un misionero llamado Fernando que buscaba a sus compañeros de misión en una aldea llamada Ngoubé.

Después de ese acontecimiento, Alex y Nadia junto a sus amigos llegan a la aldea del pueblo de los pigmeos que estaban siendo atacados por el pueblo de los bantús, y que estos fueron los responsables de la muerte de los misioneros amigos de Fernando, quienes echaron sus cuerpos al pozo de cocodrilos del monarca. Alex y Nadia decidieron ir con los pigmeos para ofrecerle su ayuda, sobre todo a Beyé-Doukou, un hombre pigmeo, y Nana-Asante, una mujer con poderes sobrenaturales, que se enfrentarán al monarca que los oprimía y a un monstruo de tres cabezas que ha estado atemorizando al pueblo.

Nuevamente, nuestros protagonistas usan sus poderes para transformarse en animales para ayudar a la aldea, a los hombres oprimidos y las mujeres que eran secuestradas para convertirlas en concubinas del rey. En la batalla final, los poderes de Alex y Nadia reciben refuerzos con una multitud de animales así como los espíritus de ancestros que puede convocar Nana-Asante. Una vez que consiguen la victoria, el pueblo pigmeo se deshace de su monarca y consiguen la libertad, vuelven a reorganizarse en un nuevo sistema de gobierno para vivir mejor, algo que me hizo pensar en parte de la historia política latinoamericana que Isabel Allende, como autora chilena, sabe.

Después de los acontecimientos, se nos presenta un epílogo donde volvemos a ver a su un Alexander Cold que tiene deseos de ir a la Universidad, y una crecida Nadia, a punto de tener su baile de graduación. Ambos siguen siendo amigos, su vínculo fue una de las cosas más hermosas que encontré en la trilogía y no cabe duda de que lo que existe entre ambos es un amor precioso y genuino, da igual si este es amistoso o de pareja. Sin embargo, tuve la impresión de que en un futuro Alex y Nadia podrían ser algo más que sólo amigos, pero eso da igual ya que la novela termina dejando esta puerta abierta: puede que pase, como que no, pero ambos seguirán unidos como Jaguar y Águila, un lazo irrompible que no estará exento de futuros viajes y aventuras que serán registradas en libros por la abuela de Alex, Kate Cold, quien revela tener tomos de lo ocurrido en estos años en La Ciudad de las Bestias, El Reino del Dragón de Oro y El Bosque de los Pigmeos.

La trilogía Las memorias del Águila y el Jaguar hay que leerla como novelas de aventura, fantasía, realismo mágico y que destacan la importancia de la amistad, el crecimiento personal de las personas, aprender a vivir en equilibrio de la sabiduría, la paciencia con la valentía, así como grandes valores éticos, defensa de los derechos humanos y respeto y defensa por la biodiversidad y ecosistema.

La trilogía la encuentran en todas las librerías del país gracias a la gentileza de Penguin Random House.