La Inteligencia Artificial (IA) llegó para quedarse.
Sí, suena un cliché, pero es que cada día descubrimos cómo muchas cosas han tenido intervención u origen total en la Inteligencia Artificial.
La escritura y la literatura no quedan ajenas a esta nueva tecnología.
Alas de Hierro hecha con IA
Con el lanzamiento de Alas de Hierro, la segunda parte de la saga romantasy Alas de Sangre escrita por Rebecca Yarros, comenzó la teoría de que este libro fue desarrollado por una Inteligencia Artificial, en vez de ser escrito por su propia autora.
Si bien, no hay fuentes oficiales que confirmen que Alas de Hierro fue escrito por una IA, muchas lectoras y lectores especulan esto, ya que no se han sentido satisfechos por el desarrollo del libro.
Una de las lectoras que indica esta teoría es justunalectoramas en TikTok.
Según ella, Alas de Hierro tuvo una publicación muy apresurada, porque meses después del lanzamiento de Alas de Sangre se anunció que la secuela estaba lista para ser distribuida en sus librerías.
Otro punto que da la lectora es el desconocimiento de la misma autora por el propio universo y personajes que supuestamente ella creó.
Entre esos argumentos y otros más el rumor de que Alas de Hierro fue desarrollado por una IA sonó fuerte. Y de ser cierto, Alas de Hierro no sería el primer libro escrito por IA, ni tampoco el último.
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La confesión de Rie Kudan
La novela «Tokio Sympathy Tower» fue escrita por la autora japonesa Rie Kudan y fue galardonada por el premio Akutagawa a la mejor obra de ficción.
La novela trata sobre un arquitecto que está encargado de construir una prisión en Tokio donde se rehabilita a los infractores de la ley, y tiene a la IA como temática ancla.
Los miembros de la comisión del premio japonés elogiaron la narrativa ‘impecable’ de la obra. Sin embargo, la autora de 33 años declaró que el 5% de su libro fue ayudado por ChatGPT.
«Pienso seguir beneficiándome del uso de la Inteligencia Artificial en la escritura de mis novelas, al tiempo que dejo que mi creatividad se exprese al máximo», declaró Kudan.
Pero, entonces, ¿cómo podemos decir que una obra fue escrita por IA?
¿Cuando creemos que está mal escrita como afirman quienes leyeron Alas de Hierro?
¿O cuándo una obra es elogiada y galadornada por un comité de expertos?
La IA en disputa
El año pasado, un grupo de 17 escritores, entre ellos John Grisham, Jodi Picoult y George RR Martin, presentaron una demanda colectiva contra OpenAI, el creador de ChatGPT, por infracción de derechos de autor y advirtieron que la IA podría «diezmar» la profesión de escritor.
Tanto estos autores como otros han debatido sobre el uso de la IA en la literatura. Para Isabel Allende si una IA puede escupir una novela en 30 segundos es grave, aunque también es un desafío.
«Lo que dice mi hijo es que hay que aprender a utilizar esta cosa maravillosa que es la inteligencia artificial a tu favor. Mi nieto Alejandro usa inteligencia artificial en su trabajo. Él es un programador. Dice que su productividad es diez veces mayor. La tecnología no ha reemplazado la creatividad, pero la ha agrandado de una manera fabulosa.», añadió la autora de La casa de los espíritus.
«Pienso que tal vez me ayude en mi trabajo. En vez de que sea un enemiga, hacerla mi aliada”, concluyó.
Para Irene Vallejo, escritora española y autora de El infinito en un junco, esta tecnología puede ser «una gran ayuda gran para nosotros en el futuro, pero lo que tenemos que valorar ahora es cómo lo incorporamos a nuestra vida, cómo nos puede ayudar y liberar de tareas monótonas», declaró.
Sin embargo, Vallejo también es cauta y agregó que «no creo que debamos pensar en la sustitución del ser humano por la inteligencia artificial. Porque al final, sobre todo en lo que se refiere a la creatividad, lo único que es capaz de hacer es imitar o reproducir estilos que ya existen, a partir de las vastísimas bases de datos que se introducen en estas tecnologías”.
Mariana Enríquez, escritora argentina, tiene otra visión al respecto: «A una máquina no se le muere un hijo, no se enamora y no sueña, por ahora.»
Una IA «no es hipocondríaca, no tiene fobia, no se deprime, no le pasa absolutamente nada. A mí me pasa que ver arte producido por un artefacto -aunque sea muy parecido al arte que termina produciendo una persona que le pasan esas cosas- que no tiene ninguna de estas variables que problematizan y hacen compleja a una persona, no me interesa», dijo de forma categórica.
A la vez, Enríquez planteó una pregunta válida: «¿Vamos a ser capaces de darnos cuenta si la producción de la IA tiene esta complejidad y singularidad humana? o ,¿vamos a adquirir una especie de séptimo sentido para ver si lo percibimos o no? Hoy no podemos darnos cuenta, pero quizás en el futuro sí”.